ACTIVIDAD 4 : Fábulas

FÁBULAS ACTIVIDAD 4

FÁBULA 1: 
Fábula de Esopo: La zorra y el cuervo gritón, está relacionada con la fábula del  Libro de buen amor , ARCIPRESTE DE HITA 
La raposa y el cuervo

La marfusa un día con la fambre andaba,
vido el cuervo negro en un árbol do estaba
grand pedazo de queso en el pico levaba,
ella con su lisonja tan bien lo saludaba:
—¡Oh cuervo tan apuesto!, del cisne eres pariente, en blancura en dono fermoso, reluciente
más que todas las aves cantas muy dulcemente;
si un cantar dixieres, diré yo por él veinte.
Mejor que la calandria nin el papagayo,
mejor gritas que tordo, nin ruiseñor, nin gayo;
si agora cantases, todo el pesar que trayo
me tirarías en punto más que otro ensayo.
Bien se cuidó el cuervo que con el gorjear
placía a todo el mundo más que con otro cantar;
creyó que la su lengua e el su mucho graznar
alegraba las gentes más que otro juglar.
Comenzó a cantar, la su voz a ercer
el queso de la boca hóbosele a caer;
la gulhara en punto se lo fué a comer;
el cuervo con el daño hobo de entristecer.
Falsa honra e vana gloria y el risete falso
dan pesar e tristeza e daño sin traspaso:
muchos cuidan que guarda el viñadero el paso,
e es la magadaña que está en el cadahalso.








































FÁBULA 2: Fábula de Esopo: EL LOBO Y EL CORDERO, está relacionada con la fábula de Félix María Samaniego, El cordero y el lobo





El cordero y el lobo

Uno de los corderos mamantones,
Que para los glotones
Se crían, sin salir jamás al prado,
Estando en la cabaña muy cerrado,
Vio por una rendija de la puerta
Que el caballero Lobo estaba alerta,
En silencio esperando astutamente
Una calva ocasión de echarle el diente.
Mas él, que bien seguro se miraba,
Así lo provocaba:
«Sepa usted, señor Lobo, que estoy preso,
Porque sabe el pastor que soy travieso;
Mas si él no fuese bobo,
No habría ya en el mundo ningún Lobo.
Pues yo corriendo libre por los cerros,
Sin pastores ni perros,
Con sólo mi pujanza y valentía
Contigo y con tu raza acabaría.»
«Adiós, exclamó el Lobo, mi esperanza
De regalar a mi vacía panza.
Cuando este miserable me provoca
Es señal de que se halla de mi boca
Tan libre como el cielo de ladrones.»
Así son los cobardes fanfarrones,
Que se hacen en los puestos ventajosos
Más valentones cuanto más medrosos.


FÁBULA3:  El león y el ratón de Esopo, relacionada con la fábula del león y el ratón de Samaniego.

EL LEÓN Y EL RATÓN
 Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león; el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladrón de tocino ni de queso,
sino porque con otros molestaba
al león, que en su retiro descansaba.
Pide perdón, llorando su insolencia;
al oír implorar la real clemencia,
responde el rey en majestuoso tono
—no dijera más Tito—: «Te perdono».
Poco después cazando el león tropieza
en una red oculta en la maleza:
quiere salir, mas queda prisionero;
atronando la selva ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega: roe diligente
los nudos de la red de tal manera,
que al fin rompió los grillos de la fiera.

Conviene al poderoso
para los infelices ser piadoso;
tal vez se puede ver necesitado
del auxilio de aquel más desdichado.
FÁBULA 4: Esopo: El león y el ratón, relacionada con El león y el caballo de El Conde Lucanor (Don Juan manuel). 

EL CONDE LUCANOR:

 El león y el caballo
Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio y le dijo: 
-Patronio, desde hace mucho tiempo tengo un enemigo que me ha hecho mucho daño y yo a él, de modo que por obras y pensamientos estamos muy enemistados. Y ahora sucede que otro caballero, más poderoso que nosotros dos, está haciendo algunas cosas de las que ambos tememos que nos pueda venir mucho daño. Mi enemigo me ha sugerido que nos unamos y preparemos nuestra defensa contra el que desea atacarnos, pues si los dos estamos unidos le haremos frente con facilidad; pero si uno abandona al otro, cualquiera de nosotros que vaya contra aquel caballero no podrá vencerlo y, cuando uno de los dos sea derrotado, el que sobreviva será vencido aún más fácilmente. Por eso tengo serias dudas en este asunto, pues si hacemos las paces habremos de fiarnos el uno del otro, por lo cual, si aquel enemigo mío me quiere engañar y si yo estuviese en sus manos, mi vida correría peligro; pero por otra parte, si no nos unimos como me sugiere, nos puede venir mucho daño, tal como os he dicho. Por la confianza que tengo en vos y por vuestro buen juicio, os ruego que me deis consejo para obrar como mejor deba. 
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, la cosa es importante y al mismo tiempo peligrosa. Para que mejor sepáis lo que debéis hacer, me gustaría contaros lo que ocurrió en Túnez a dos caballeros que vivían con el infante don Enrique. 
El conde le pidió que se lo contara. 
-Señor conde -comenzó Patronio-, dos caballeros que estaban en Túnez con el infante don Enrique eran muy amigos y vivían juntos. Estos dos caballeros no tenían sino un caballo cada uno, y mientras ellos se estimaban y respetaban, sus caballos se tenían un odio feroz. Como los caballeros no eran tan ricos que pudieran pagar estancias distintas, y por la malquerencia de sus caballos no podían compartirlas, llevaban una vida muy enojosa. Cuando pasó cierto tiempo y vieron que no había solución, se lo contaron al infante don Enrique y le pidieron como favor que echara aquellos caballos a un león que tenía el rey de Túnez. 
»Don Enrique habló con el rey de Túnez, que les pagó muy bien los caballos y los mandó meter en el patio donde estaba el león. Al verse los caballos juntos en aquel lugar, antes de que el león saliese de su jaula empezaron a pelear con mucha ira. Estando en lo más violento de su pelea, abrieron la jaula del león y, cuando los caballos lo vieron suelto por el patio, se echaron a temblar y se fueron acercando el uno al otro. Cuando estuvieron juntos, se quedaron así un rato y luego se lanzaron los dos contra el león, al que atacaron con cascos y dientes de modo tan violento que hubo de buscar refugio en su jaula. Los dos caballos quedaron sin daño, porque el león no pudo herirlos ni siquiera levemente y, después de esto, los dos caballos se hicieron tan amigos que comían en el mismo pesebre y dormían juntos en la misma cuadra, aunque era muy pequeña. Esta amistad nació entre ellos por el miedo que les produjo la presencia del león. 
»Vos, señor Conde Lucanor, si creéis que vuestro enemigo tiene tanto miedo del otro porque le puede causar mucho daño y os necesita tanto a vos que forzosamente ha de olvidar vuestras antiguas rencillas, pues piensa que sin vos no puede defenderse, creo que, del mismo modo que los caballos se fueron acercando poco a poco hasta perder el recelo mutuo y estuvieron bien seguros el uno del otro, así vos debéis confiar poco a poco en vuestro antiguo enemigo. Y si siempre encontráis en él buenas obras y fidelidad, de modo que estéis seguro de que nunca os hará daño, por muy bien que vayan sus cosas, entonces haréis bien y os será muy útil ir en su ayuda para que no os destruya ni conquiste aquel otro enemigo; pues en muchas ocasiones debemos soportar, perdonar y auxiliar a nuestros parientes y vecinos para que nos defiendan contra los extraños. Pero si viereis que vuestro enemigo es de tal condición que, desde que le hayáis ayudado y sacado del peligro, al tener sus tierras a salvo, se levantará contra vos y no podréis confiar en él, no sería muy sensato que le ayudarais sino que debéis apartaros de él cuanto podáis, porque habréis comprobado que, aunque estaba él en un trance muy apurado, no quiso olvidar su antiguo recelo contra vos, sino que esperaba el momento oportuno de causar vuestro daño, con lo cual queda bien patente que no deberéis ayudarle a salir del peligro en que ahora se encuentra. 
Al conde le agradó mucho lo que Patronio le dijo, pues comprendió que le daba un buen consejo.



TRABAJO REALIZADO POR MARÍA, BLANCA Y NEREA

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